Riquelme ganó las PASO en Boca
El periodista argentino Ariel Senosiain explica el valor político de la despedida de Riquelme
Juan Román Riquelme se retiró del fútbol en 2014. Y su último partido en Boca lo había jugado meses antes. Costaba enmarcar el evento de ayer como su partido despedida, a casi 9 años de la verdadera. Sí se sabía que el ex 10 con la camiseta puesta podría recuperar el crédito popular que cualquier ídolo pierde en los escritorios. Así ganó en su momento las elecciones, así será siempre el más querido.
La estrategia de Román, habitualmente destacado en esa faceta, fue la más conveniente: no hizo referencia precisa a las elecciones de fin de año en el club. No valía la pena, el tema fluye en el aire. Le bastó con un subliminal "sin ustedes no podría vivir".
La presencia de glorias y lo que hizo Riquelme con ellas fueron los rasgos fundamentales de un evento que, si bien no tuvo la espectacularidad y la emoción de la fiesta de Maxi Rodríguez del día anterior, estuvo cargado de identidad xeneize. Y eso, evidentemente, es lo que quería el hoy vicepresidente del club. Que Boca prevaleciera sobre todo, con él obviamente como lo que es y quiere seguir siendo: su principal referente.
Demostró gratitud con quienes fueron sus técnicos y mentores: reconoció a José Pekerman, dejó emocionado a Coco Basile y promovió la ovación a Carlos Bianchi, que pareció sentirla más que nunca. Bien por Román. Trató de estar muy cerca de Lionel Messi y agradecerle su presencia. Y así como Diego Maradona había terminado su despedida con una camiseta de Riquelme, este terminó su celebración con una de aquel. Se acercó, más allá de que duela que haya sido tarde, al ídolo de su infancia con el que luego se enfrentó.
Como era de esperar, sintió el amor de un público que le pide pero no deja de quererlo. En un año político en Boca, el homenaje a Román sirvieron como si fueran las PASO. La Libertadores, el pedido hecho canción, terminará antes de las elecciones. Por lo pronto, Riquelme salió con el crédito político renovado.