Pocos jugadores tuvieron el talento de Cuauhtémoc Blanco, la historia del crack mexicano
El delantero fue una de las grandes glorias y dejó su legado en América y la Selección de México
En las páginas más gloriosas de México y del fútbol continental, en ese lugar de privilegio está Cuauhtémoc Blanco, luego de sellar una dorada carrera que tuvo a América y a la Selección Azteca como los grandes amores de su vida.
El pequeño Tepito fue el pueblo donde el Cuauhtémoc niño se inició, aunque su infancia se dio en Tlatilco. Curiosamente, su llegada a un enorme como Las Águilas se dio recién a los 16 años. Antes, tuvo un paso formativo por Azcapotzalco pero un descubridor de talentos llamado "La Coca González" lo vio en un torneo de delegaciones en el año 89. Siendo todavía un adolescente, su talento ya empezaba a llamar la atención.
América le permitió explotar sus condiciones porque le dio contexto a su talento. Fue un curso acelerado de tres años hasta tener su bautismo oficial en la temporada 92 de la mano de Miguel Ángel López, pero el camino inicial tuvo más espinas que rosas.
Las primeras dos temporadas fueron con escases de minutos: apenas 16 partidos y solo uno completando los 90 minutos, sin poder estrenarse en la red en un total de casi 700 minutos en cancha. Claro, un tal Hugo Sánchez ocupaba su puesto, palabra santa en lo que al fútbol azteca refiere y por eso creció con él como espejo.
El nombre propio que rompió el cascarón en la carrera de Blanco fue Leo Beenhakker. El director técnico neerlandés empezó a darle rodaje y confianza para que pudiera entrar en las luces de un gigante nacional. Más allá de las oportunidades dentro del campo, también peleó para que un joven Cuauhtémoc tuviera una mejora en su salario, que hasta el momento era de juvenil.
Marcó seis goles y cuando empezaba a ganarse un lugar, el cambio de entrenador dinamitó su confianza. Jorge Solari prescindió de sus servicios y tuvo que salir a buscar minutos a préstamo en Nexaca, donde explotó: 13 goles en 28 partidos en apenas una temporada, pero lo más jugoso fue el cambio de puesto porque ahí empezó a jugar de enganche, lugar del campo donde brilló.
Lo curioso de Blanco es que tuvo varias idas y vueltas con el elenco de Coapa. En total fueron otras cuatro etapas brillando en todas ellas: en la segunda llegó a semifinales de la Copa Libertadores del 2000 (marcó 9 goles en 12 partidos), en la tercera formó una dupla formidable junto al chileno Navia y Beenhakker en el banco de suplentes, mientras que su primera liga se dio en su cuarta etapa, curiosamente, uno de sus dos títulos que alcanzó en toda su estadía en el club.
La quinta fue totalmente simbólica: América lo inscribió en la temporada 2016 para que juegue un solo partido (ante Monarcas Morelia), ingresó como capitán y con el dorsal número 100 por el centenario del club para que el Azteca se venga abajo. Sería el adiós a un recorrido imborrable vestido de amarillo.
Todo el resto fue un decorado: jugó en Santos Laguna, Veracruz, Irapuato, Lobos, Puebla, Chicago Fire y Real Valladolid, en todos, con pasos sin pena ni gloria y anotando en total 62 tantos entre todos ellos.
Su historia con la Selección de México
Con la Selección de México tuvo también un recorrido dorado. La estadística dirá que es el tercer goleador histórico con 38 tantos (detrás de Hernández y Borgetti) pero tiene el privilegio de haber marcado 31 de esos goles en competencias oficiales y solo 7 en amistosos, lo que los otros dos integrantes del podio no pudieron.
Fueron 9 años con una interrupción por un cortocircuito con Ricardo La Volpe, pero los resultados coincidieron con una década dorada del combinado azteca: jugó tres mundiales, ganó la Copa Confederaciones de 1999 y fue bronce en las tres ediciones de Copa América que disputó. Además de otras dos medallas de oro en la Copa de oro. Todo, en 120 encuentros.
Si bien es cierto que nombres como Rafa Márquez o Borgetti lo superaron en estadística de partidos o goles, su legado trascendió las cifras para quedar inmortalizado como una de las grandes leyendas del fútbol azteca, más allá de los colores de un club. El 10 y los botines blancos serán marca registrada rumbo a la eternidad.