Dino Zoff y Ubaldo Fillol, dos leyendas con pésimos inicios
Dino Zoff y Ubaldo Fillol, dos leyendas con pésimos inicios
Campeones del mundo con Argentina en 1978 e Italia en 1982 respectivamente, Ubaldo Matildo Fillol y Dino Zoff fueron merecidamente considerados por esos años los mejores arqueros del mundo, y sin dudas deben ser recordados entre los más destacados de la historia del fútbol.
En sus inicios, sin embargo, estos grandes del arco debieron sobreponerse a circunstancias que no muchos conocen y acaso ellos mismos preferirían olvidar: primero, sus pésimos debuts en Primera, con sendas goleadas en contra; luego, el haber descendido y tenido que jugar un año en el ascenso.
Fillol debutó en la categoría superior integrando con 18 años el equipo de Quilmes que el 1º de mayo de 1969, por la 12ª fecha del Metropolitano, perdió nada menos que 6-3 visitando en Parque de los Patricios a Huracán.
Tras aquel muy flojo estreno, recién en 1970 el Pato volvió a integrar la primera de Quilmes. Como al cabo de esa temporada el club "cervecero" descendió, Fillol debió jugar un año en la "B" para tener su revancha y comenzar a ser figura en Primera en 1972, ya como arquero de Racing.
En el caso de Zoff, su debut en Primera se produjo el 24 de septiembre de 1961, cuando el Udinese perdió 5-2 visitando a la Fiorentina por la 6ª jornada de la Serie A 1961-62. En ese certamen, aquel joven Dino de 19 años volvió a ser titular en las tres fechas finales, cuando su equipo -que en esos encuentros logró dos triunfos y un empate- ya no podía evitar quedar último y descender.
Tal como le sucedería a Fillol, recién después de un año en la Serie B con el equipo de sus inicios Zoff pudo afirmarse en Primera, defendiendo el arco del Mantova. También descendería con ese club en la temporada 64-65, por lo que en la siguiente volvería a jugar en el ascenso antes de afirmarse definitivamente en la divisional superior.
Ambos arqueros extendieron sus brillantes campañas hasta después de cumplir 40 años, dando un ejemplo pocas veces visto de continuidad en el más alto nivel futbolístico. Y también, está claro, de resiliencia.
Por Esteban Bekerman: Periodista, docente y director de Entre Tiempos