Ningún resultado es eterno... ni llamándote Riquelme o Gallardo
En esta nota de opinión, Ariel Senosiain analiza el mal presente de Boca Juniors y River Plate
La fecha del fútbol argentino dejó victorias resonantes como las de San Lorenzo, Racing y Godoy Cruz. Y claro, también quedó expuesta la otra cara de la moneda: derrotas que llevan a replanteos profundos. En eso están tres históricos: Independiente no sale del pozo, Boca Juniors agudizó sus problemas internos (los expuso públicamente) y a River Plate le cuesta cada vez más recuperar el funcionamiento.
Los dos más grandes coinciden en varios puntos: por un lado, tienen suficiente material individual y fechas por delante como para terminar peleando el torneo; por otro, ambos quedaron afuera tempranamente del objetivo máximo, la Copa Conmebol Libertadores, y en la Liga perdieron demasiado en el arranque. La pregunta, por ahora, no pasa por saber cuál está mejor sino por establecer cuál la pasa peor.
La respuesta no está clara: ¿está peor River porque Boca salió campeón hace poco? ¿O Boca porque River no tiene internas por lo menos a la vista? Y surgen repreguntas: ¿Cuál podría mejorar en el futuro cercano?
Alguno podría responder que Boca Juniors tiene a favor que pronto podría contratar a un técnico. Que, de esa manera, renovará ánimos y maneras de jugar. Sin embargo, Jorge Bermúdez, el integrante del Consejo de Fútbol que muchas veces oficia de vocero institucional, dijo que Hugo Ibarra podría dirigir "cuatro, cinco o veinte partidos". Definitivamente Boca no está para esperar tanto tiempo a un entrenador.
Otra conjeturaría con que River Plate puede ilusionarse más que su clásico rival porque están por llegar refuerzos. Atentos: el colombiano Miguel Borja no genera funcionamiento, necesita que lo asistan. Y las bajas, tanto de Julián Álvarez y Enzo Fernández, serán muy difíciles de compensar.
Los dos colosos del fútbol argentino cargan con otro punto en común. Sus principales referentes, que no están en el campo de juego, hoy no logran sacar su punto fuerte. El colmo de ambos.
Juan Román Riquelme tiene a los jugadores (por lo menos a los referentes) enfrentados y disgustados con su gestión. Justo Riquelme, quien fue y debe ser un imán para los futbolistas, generó discordia en el plantel con su manera de ser y una discusión por los premios previa al partido de Copa.
Marcelo Gallardo, por su parte, no les está llegando a los jugadores; los exprime y la fruta está seca. Justo Gallardo, un experto en extraer el máximo rendimiento de sus dirigidos, tal vez sienta que la personalidad del plantel no es la que era y que ya se produjo un desgaste.
Los dos principales referentes del fútbol argentino, los dos ídolos máximos de los clubes más populares, el vice de Boca que parece presidente y el técnico de River que está por encima de los dirigentes, hoy sufren lo que nunca sufrieron. No ponen en juego el amor popular. El bronce no se mancha ni se manchará. Pero fallan. Sienten que en el fútbol, ningún resultado es eterno.
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