Boca y River, un año para el olvido
El repaso de un año en el que los dos gigantes del fútbol argentino pasaron más penas que glorias
Boca Juniors y River Plate han tenido quizá el peor año de ambos en la última década. Tanto el Xeneize como el Millonario quedaron fuera de la pelea por los títulos locales, e incluso llegaron a las últimas jornadas sin saber si estaban clasificados a la Copa Libertadores 2025. Dos entrenadores por lado, refuerzos que dejaron mucho que desear y derrotas que fueron golpes importantes, marcaron un 2024 que no quedará en las memorias más felices de los dos equipos más grandes del fútbol argentino.
Probablemente las mayores alegrías que tuvieron este año se repartieron en los duelos entre ambos. Aunque el saldo global da una victoria por lado y un empate, los triunfos tuvieron un efecto mayor en el perdedor que en el ganador que finalmente no le sacó demasiado provecho a la larga. El primer encuentro del año fue un 1-1 en el Estadio Más Monumental por la Copa de la Liga, que tuvo un gusto más amargo para el Millonario que para el Xeneize. Un partido que sirvió como puntapié inicial para lo que fue el mejor momento del año de Boca desde lo futbolístico, ya que los de Diego Martínez jugaron con mucha autoridad, y acabaron igualando gracias a un golazo colectivo de Cristian Medina.
En poco tiempo se verían las caras nuevamente, esta vez por los cuartos de final de la Copa de la Liga, ya que el equipo de Martin Demichelis clasificaba como primero de su zona, mientras que el Xeneize apenas se colaba en la cuarta posición de la suya en la última jornada. Sin embargo, el equipo de Martínez sería arrasador y conseguiría un 3-2 fantástico en Córdoba con una tarde magnífica de los uruguayos Miguel Merentiel y Edinson Cavani. Un resultado que además no le hacía justicia al trámite, en el que Boca estuvo más cerca del cuarto y River consiguió el descuento en la última del partido.
Pero un saldo entre ambos que de momento dejaba más contentos a los de Boca que a los de River, cambiaría totalmente luego del último enfrentamiento. En La Bombonera, el Millonario, ahora con el regreso de Marcelo Gallardo como entrenador, le daría una estocada casi definitiva al Xeneize con una victoria durísima por 1-0 con gol de Manuel Lanzini. Un resultado que acabó siendo abrumador para el ciclo de Martínez que ya estaba desgastado, y que además tuvo una clara ruptura en la relación jugadores e hinchas.
Tanto fue así, que sobre el final se pudo ver un acto para el olvido de Sergio 'Chiquito' Romero que se cruzó con un plateísta del Xeneize y comenzó a discutir totalmente enajenado. El arquero tuvo que ser frenado seguridad, Leandro Brey y Miltón Giménez para evitar que el conflicto termine a los golpes. Minutos antes, los futbolistas de Boca realizaron el clásico saludo hacia cada una de las tribunas de La Bombonera, pero se llevaron una sorpresa. Todo el estadio comenzó a silbarlos en señal de desaprobación tras la derrota ante River que se dio en un contexto durísimo, teniendo en cuenta que el Millonario además alineó a un once alternativo.
El año de Boca: de acariciar la 'Gloria Eterna' a clasificar por la ventana
Boca arrancaba el año golpeado desde el inicio. El Xeneize había vuelto a perder una final de Copa Libertadores en 2023, y no solo eso, sino que no conseguía meterse en la edición de 2024 y se veía forzado a jugar la Copa Sudamericana. Para un contexto que a priori se presentaba poco alegre, llegaba Diego Martínez a ponerse el buzo de entrenador y junto con él algunos refuerzos interesantes.
Kevin Zenón, Lautaro Blanco y Lucas Blondel serían los más destacados fichajes de la primera mitad del año, que tuvo un Boca que se fue construyendo de menos a más, pero que en su mejor momento se llevó dos golpes importantísimos. La eliminación con Estudiantes de la Plata en semifinales de Copa de la Liga y un empate sobre la hora con Fortaleza que marginaba al Xeneize a la segunda posición del grupo en la Sudamericana. En ambas derrotas, se repetía un nombre, el de Cristian Lema.
Boca dominó los dos encuentros en casi todo su desarrollo, pero en ambos, fueron acciones del central que llegó este año las que torcieron el rumbo del Xeneize. En el partido con el Pincha, una patada insólita en la cara a Tiago Palacios, acabaría en penal y expulsión para el de 34 años, y luego los de Eduardo Domínguez conseguirían remontar. Por su parte, en el duelo con Fortaleza, los de Martínez fueron amos y señores del encuentro, y no fue hasta el minuto 90 que llegaría el empate del conjunto brasileño en una contra, luego de que los defensores del cuadro local, con Lema como referente, decidieron subir a buscar un corner y no tuvieran la velocidad necesaria para regresar.
Aquel golpe sentenció el destino de Boca, el primer semestre estaba perdido, y la clasificación a los Play-off de la Sudamericana aparecían con gusto a poco. Sin embargo, todo lo bueno que ilusionaba desde el juego en la primera mitad, acabaría siendo pulverizado en el segundo tramo del año.
Desde entonces todo se vino a pique, pero principalmente por una seguidilla de errores no forzados en el trinomio dirigentes, futbolistas, entrenador. Desde no inscribir a tiempo a los jugadores para disputar la Sudamericana y verse forzado a utilizar juveniles contre Independiente del Valle, pasando por expulsiones absurdas como la de Luis Advincula contra Cruzeiro, que acabó en la eliminación, Boca poco a poco fue machucando su año.
El último partido con Martínez al mando fue la derrota por 2-0 ante Belgrano de Córdoba. Al frente del Xeneize estuvo en 45 partidos, cosechando 20 victorias, 15 empates y 10 derrotas en un ciclo que tuvo buenos tramos pero que no se pudo sostener y los malos resultados en partidos clave acabaron siendo el detonante.
A raíz de su salida, llegó un hombre de la casa a intentar acomodar las cosas. Fernando Gago fue presentado como entrenador, y aunque el inicio tuvo un brutal 3-0 en contra con Tigre en el debut, pero se fue acomodando y Boca acabó sexto en la liga, quinto en la tabla anual, y consiguió la clasificación en la última fecha y por el campeonato de Vélez a la Copa Libertadores 2025.
Tal vez el último golpe grande del equipo fue la eliminación con el equipo de Liniers en Copa Argentina, en un duelo electrizante, que acabó con victoria de los de Gustavo Quinteros, que les impidió la clasificación sin tener que depender de nadie más, y que dejó en claro la necesidad de refuerzos de cara al año próximo.
El año de River: la salida de Demichelis, la ilusión con la Copa y el choque con la realidad
River empezaba su año con una alegría temprana, el equipo de Martin Demichelis que venía de ser campeón contundente en la Liga Profesional 2023, se alzaba con la Supercopa ante Estudiantes de la Plata por 2-1 con un golazo agónico de Rodrigo Aliendro para darle la victoria al Millonario. Un título que le daba confianza al equipo de cara a lo que venía y lo marcaba como claro candidato a todo.
Sin embargo, el ciclo de Demichelis en el primer semestre del año tuvo un sintóma incurable. En todos los partidos importantes, River sufrió y quedó eliminado. Le pasó primero con Boca, y después con Temperley en la Copa Argentina. Los de Núñez arrasaban de local y en duelos de menor intensidad, pero cuando las cosas se complicaban el equipo no reaccionaba.
Desde la directiva, intentaron darle una chance más a un entrenador que no conseguía enamorar a los hinchas. Un mercado de pases en el que River trajo cinco refuerzos que apuntaban a ser lo necesario para pelear la Copa Libertadores. Adam Bareiro, Franco Carboni, Federico Gattoni, Jeremías Ledesma y Felipe Peña Biafore aparecían como las soluciones de Demichelis para darle mayor volúmen al plantel.
Lejos de eso, Bareiro acabó el año sin marcar, Carboni no debutó y rescindió su préstamo, Gattoni tuvo chances pero no cumplió, Ledesma fue suplente y Peña Biafore se marchó nuevamente a Lanús pero esta vez como una venta. Por su parte, Demichelis no se sostuvo ni siquiera un mes desde la presentación de los refuerzos, y acabó despedido.
En el medio de la desesperación, apareció una luz que iluminaba el regreso más esperado. Marcelo Gallardo retornó a River para dar inicio a su segunda etapa como entrenador y con el llegaron refuerzos de talla mundial, como Germán Pezzella, Fabricio Bustos, Maxi Meza y Marcos Acuña. El objetivo era más claro que nunca, ganar la Copa Libertadores, que tendría su partido final ya sorteado en el Monumental.
El sueño de la épica de la mano de 'El Muñeco' comenzaba, y aunque en el torneo River sacaba muchos empates, todo parecía solventarse con las victorias en octavos y cuartos de final a Talleres de Córdoba y Colo-Colo respectivamente. El equipo de Gallardo estaba en semifinales, venía de ganarle a Boca en La Bombonera y la final estaba cada vez más cerca.
Pero la ilusión se marchitó en las semifinales de la Copa Libertadores. River llegaba con gran confianza y visitaba a un Atlético Mineiro de andar irregular, pero se llevaría una paliza por 3-0 en el encuentro de ida en una noche de terror para la defensa del Millonario, donde el monstruo fue Deyverson que anotó un doblete y sentenció la serie en favor de los de Gabriel Milito, que luego de ese partido no volverían a ganar sino hasta la última jornada del Brasileirao para salvarse del descenso, con el entrenador argentino ya despedido y 'La Gloria Eterna' en manos de Botafogo.
El golpe fue gigante, River llegaba cargado de ilusión por el regreso de Gallardo pero ni cerca estuvo del funcionamiento que había conseguido con el entrenador en su etapa anterior. El único objetivo que quedaba era la clasificación a la Copa Libertadores 2025, y no fue hasta la última jornada que, al igual que Boca, aseguró su participación en el torneo continental tras el campeonato de Vélez, con la diferencia de que dirá presente en los grupos por acabar en la tercera posición de la tabla anual. El último partido del año también fue con trago amargo luego de perder con Racing por 1-0 en el Cilindro.
2025: un objetivo en común
Tanto Boca como River esperan que el año próximo poco se parezca a lo que ha sido este 2024. Millonarios y Xeneizes ansían refuerzos y que sus equipos sean competitivos, no solo en la Copa Libertadores, sino también en el Mundial de Clubes donde representarán al país y tendrán que enfrentarse a los gigantes europeos en una clara prueba histórica de lo que puede ser capaz cada equipo.