El delantero de las Águilas tuvo una final inolvidable.
La primera Gran Final entre Cruz Azul y el Club América dejó una imagen impresionante. Para la afición de las Águilas representa una actitud llena de orgullo para uno de sus elementos; enfrente, para la banda de la Máquina, representó una acción provocativa y ofensiva. Todo en torno a una de las grandes figuras estelares de la plantilla de André Jardine: Julián Quiñones.
El nacido en Colombia fue reemplazado con una molestia muscular al minuto 85 de juego, es decir, a los 40 del segundo tiempo. El extremo fue reemplazado por el neerlandés Javairo Dilrosun.
Quiñones acababa de jugar un partidazo y de ser una de las grandes figuras del juego. Tuvo una intensidad física impresionante, convirtió el gol del empate (momento en donde mandó a callar a los hinchas Celestes) y además estuvo cerca de anotar algún que otro más.
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Al salir, el nacionalizado mexicano estaba en su salsa. Al ser completamente insutado por toda la afición cementera, Quiñones redobló la apuesta y arengó a que le tiraran cosas. Así fue que volaron varias botellas, que el elemento americanista se dio el lujo de atrapar con sus manos, el mejor estilo portero.
Lo de JULIÁN QUIÑONES con el Club América es una saIvajada. Corrió toda la cancha. Anotó el GOL y generó DOS MÁS. En el festejo fue a callar a la gente de Cruz Azul y cuando salió de cambio les pidió que le aventaran cosas y AGARRÓ DOS VASOS. Nació para jugar acá... %uD83E%uDD853%uFE0F%u20E33%uFE0F%u20E3 pic.twitter.com/h8Sor9tTrA
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