"La primera vez que vi a Kaká pensé que era un predicador"
Cada vez que le preguntan por Kaká, Carlo Ancelotti solo tiene palabras de elogios, y en la mayoría de los casos no le alcanzan las palabras para describir lo bueno que era el brasileño.
Cada vez que le preguntan por Kaká, Carlo Ancelotti solo tiene palabras de elogios, y en la mayoría de los casos no le alcanzan para describir lo bueno que era el brasileño.
No obstante, también hubo una primera vez o un antes de que conociera al exfutbolista. En su libro autobiográfico "Preferisco la Coppa", Ancelotti cuenta con detalle cómo fue su experiencia de conocer a Kaká:
"Me habían hablado de un juvenil en Brasil, muy bueno, pero al cual no conocía: Ricardo Izecson dos Santos Leite. Por su nombre parecía más bien un predicador, y no andaba desencaminado. Portaba la palabra del fútbol y de la fe. El club no sabía si hacerlo venir inmediatamente a Milán o dejarle seis meses más en el Sao Paulo.
Tras pensarlo un poco, decidimos acortar los tiempos y que llegara lo antes posible para que empezara a entrenarse con nosotros. Y para que yo supiera quién era. Desde mi punto de vista se trataba de un fichaje a ciegas, lleno de buenas palabras y otras tantas esperanzas. Vale, pero necesitaba hechos. Kaká llegó a Malpensa y me llevé las manos a la cabeza: gafas, repeinado, cara de buen hombre, sólo le faltaba un bol con la merienda y un libro. Habíamos fichado a un estudiante universitario. No estaba mal si además supiera jugar al fútbol".
Sin embargo, todo cambió cuando Kaká se puso la ropa de entrenamiento: "Con el balón entre los pies era monstruoso. Dejé de hablar, simplemente porque no me salían las palabras. No existían para definir lo que estaba viendo. En una de sus primeras acciones en un entrenamiento, se midió a Gattuso, quien le dio un empujón terrorífico. Kaká no perdió el balón y Rino (como apodaban a Gattuso) acompañó la acción con un insulto bien claro. Para Gattuso eso era promocionar al nuevo compañero, que aún con el balón dominado lanzó a puerta desde treinta metros ante un Nesta que no fue capaz de pararlo. (...) A ese chico le quitamos los anteojos y le pusimos un uniforme de futbolista y se convirtió en lo que ninguno esperábamos, en un crack".
El resto de esta historia ya todos la sabemos. Kaká triunfó en el Milán, se consagró como el mejor jugador del mundo durante la temporada 2007-2008 específicamente y ganó el último Balón de Oro antes de la hegemonía entre Messi y Cristiano Ronaldo.